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Desde que estudio idiomas, varios idiomas, mi mayor miedo ha sido siempre el de olvidar la gramática o vocabulario de alguno de ellos, o perder la fluidez al hablarlo. Estoy segura de que no soy la única que ha tenido y tiene esta preocupación, segurísima de que no soy la única a la que, por ejemplo, recién llegada de Francia, le ha costado horrores mantener una conversación con una persona anglófona. Y es que, mantener la competencia lingüística en tres idiomas extranjeros, en mi caso, y sin olvidar nunca la lengua nativa, es bastante difícil. Hay épocas en las que, cualquiera que sea la razón, dedicamos más tiempo e ilusión a un idioma, dejando al resto atrás, apartado en pequeños y lejanos espacios de nuestro cerebro. Y, por supuesto, épocas en las que no estamos ejercitando nuestra competencia en ninguno de ellos, pues no siempre tenemos tiempo ni dinero para estudiar y ampliar nuestros conocimientos o para viajar. A pesar de que, afortunadamente, muchos nos ganemos la vida gracias a ellos, un día entero de traducción no implica necesariamente una mejora en la fluidez oral, por ejemplo, o en la misma expresión escrita, especialmente si trabajamos con textos de un vocabulario muy específico, como suele ser el caso.

Sin más dilación, puesto que creo que ya se ha entendido la cuestión, problema, o como le quieran llamar, lo que vengo a proponer en esta entrada es una pequeña ayuda para mantener al día nuestra competencia lingüística en uno o más idiomas extranjeros. Mi positivismo natural me lleva a pensar que ese vocabulario que creemos que olvidamos, esa falta de fluidez que pensamos que no volveremos a recuperar, NO se pierden, simplemente hay que  «despertar» ese espacio del cerebro al que los desplazamos en otro tiempo. Se trata, simplemente, de hacer juegos malabares con los idiomas. Así pues,  para no perder ninguna pelota, he tenido que hacer uso de numerosos recursos que tenemos a nuestro alcance:

  1. El primer recurso, por obvio, es el de estudiar. No faltan las academias a nuestro alrededor o, mejor aún, la Escuela Oficial de Idiomas. En la universidad, para el que estudie una carrera relacionada con las lenguas, nada que decir, para el que no, seguro que tiene la opción de matricularse en asignaturas optativas o de libre configuración a través de las que pueda aprender un idioma. Otra opción es la de hacerse con alguno de los miles de métodos que existen para aprender un idioma y llevarlo a cabo desde casa. Me gustan, especialmente, los métodos de inglés de Cambridge Grammar in Use, Vocabulary in Use y demás. Para aprender portugués, por ejemplo, recuerdo que el primer material que tuve entre mis manos pertenecía al método Português sem Fronteiras. Y estos son solo algunos ejemplos. Y es que yo soy de las que piensa que para aprender bien un idioma es necesario hincar los codos. Este año, por ejemplo, me he presentado por libre al examen de inglés avanzado de la E.O.I. de Almería, que si bien lo he hecho por otras razones, esa pequeña presión me ha sido útil para repasar algunos aspectos de la lengua inglesa.
  2. Desde casa, simplemente gracias a la conexión a Internet, podemos tener acceso a miles de recursos en la red para mejorar nuestra competencia lingüística en cualquier idioma extranjero. Recomiendo leer periódicos en otros idiomas, así como hacer uso de numerosos métodos de aprendizaje que se encuentran en la red. Algunas de las páginas que visito son las siguientes: BBC Learning English (inglés); Centro Virtual Camões (portugués); y Apprendre le français avec TV5Monde (francés).
  3. Otra forma de aprender idiomas, muy enriquecedora además, es la de hacerlo a través de la cultura. En mi caso, por ejemplo, cada vez que viajo a un país extranjero hago un hueco en la maleta para después llenarlo con libros. Me gusta leer obras en otros idiomas de vez en cuando, aunque siempre que lo hago leo al mismo tiempo otra obra en español, para no desanimarme. Y es que, evidentemente, no puedo leer a la misma velocidad en mi lengua nativa que en una lengua extranjera. Recomiendo no usar el diccionario, porque entonces sí que les resultará muy tedioso, leer algo que crea que va a disfrutar, y comenzar con algo sencillo. Otro modo de mejorar nuestra comprensión auditiva es el de escuchar música o la radio de un país extranjero, recurso muy utilizado por los estudiantes de lenguas. Y, por otro lado, aconsejo ver, siempre que sea posible, o siempre a secas, las películas en versión original subtitulada. Me consta que los dobladores de nuestro país son muy buenos, pero soy una gran defensora de la versión original, incluso cuando se trata de idiomas de los que no tengo ni idea. No se trata simplemente de escuchar las voces originales de los actores, con el tono que ellos han querido darle, sino también de las referencias culturales del país de origen de la película, que muchas veces tienen que adaptarse al realizar el doblaje. Es un mal momento, puesto que cada vez parece que existen menos cines que ofrezcan las películas en versión original, pero en mi caso soy prácticamente incapaz de ver una película doblada en la actualidad.
  4. En cuarto lugar, y no hay que avergonzarse pues todos lo hemos hecho, se encuentra el típico recurso de «poner la oreja», es decir, el de escuchar conversaciones entre extranjeros en nuestro propio país. En el autobús, en la calle, en un hotel, no duden en acercarse, disimuladamente eso sí, e intentar comprender la conversación. En la misma línea, podemos dar un paso más allá e intentar entablar conversación con estas personas, aprovechar cualquier ocasión para hablar en otro idioma. Cuando vean un grupito con guías y mapas por la calle o en una parada de autobús, perdidos, no duden en acercarse para así ser el primero al que pregunten o pidan ayuda y, si no es así, ofrezcan su ayuda, sin vergüenza alguna.
  5. No obstante, este tipo de conversaciones con turistas se reducen a proporcionar direcciones, recomendaciones de restaurantes y museos y poco más. Para entablar conversaciones algo más profundas, aconsejo buscar a alguien con quien realizar un intercambio de idiomas. Busque una persona extranjera que esté dispuesta a intercambiar su idioma por el suyo, es decir, a hablar un tiempo en inglés, por ejemplo, a cambio de hablar otro tiempo en español. Así, saldrán ganando ambos sin coste alguno. Es una experiencia muy buena que he llevado a cabo varias veces y pienso seguir haciéndolo. Además de conseguir una mayor fluidez en una lengua extranjera, tiene la posibilidad de pasar un buen rato e incluso hacer amigos. ¿Cómo buscarlo? Muy fácil, basta con colgar un cartelito informal, atractivo, en el lugar correcto: universidades, academias de español para extranjeros, o centros culturales extranjeros (Institut Français, por ejemplo).
  6. La última opción, aunque puede requerir de cierto poder adquisitivo, es la más atractiva: viajar.  Habrá escuchado mil veces que para hablar bien un idioma no hay nada como vivir en un país extranjero. Y es cierto. Así que, si al igual que yo no son millonarios, estén pendientes de todas las oportunidades con las que contamos para viajar a otro país con ayuda económica. Entre los estudiantes, las becas MEC son las más conocidas para realizar un curso de una lengua extranjera en otro país durante 3 semanas, pero existen también las becas MEC para maestros o profesores para hacerlo durante un mínimo 6 semanas. Gracias a esta última beca voy a viajar a Dublín este verano. Por otro lado, si les interesa la enseñanza del español como lengua extranjera, contamos con las becas para auxiliares de conversación o el programa Comenius. Existen muchas otras opciones, por supuesto, como realizar las prácticas universitarias en otro país, viajar por tu cuenta o a través de una ONG, pero éstas son las que mejor conozco.

Espero que esta entrada pueda serles de utilidad a la hora de aprender un idioma y, si conocen otras posibilidades, no duden en compartirlas a través de sus comentarios. Feliz verano a todos.